Por: César Barrera Bazán
Se acaba de cumplir el ritual conservador de “Declarar oficialmente el inicio del año escolar” en el sector público, en un día único para todas las regiones, climas y estaciones de todo el Perú; país, además, pluricultural y multilingüe. Ocasión nunca desperdiciada por los gobernantes de turno para pretender convencernos de la excelencia de su política educativa. Cada uno, en su momento, dijeron siempre cosas parecidas; de presunta superación de las taras del pasado, de lo perfecto que nos está yendo en el presente y de lo maravilloso que nos irá en el futuro… si seguimos creyendo y confiando en ellos, por supuesto.
Datos y cifras acuñadas para la ocasión; abrumadora promoción de los monopolios de la comunicación, ahora participes directos de las más provechosas actividades financieras y económicas habidas y por haber, entre ellos el del distorsionado y abusivo negocio de la educación superior y básica. Hoy frotan y alistan sus billeteras en cuanto el presupuesto del sector ha crecido amarrado a la “llamada reactivación económica”, exigida por los grandes empresarios para la construcción y reparación de cierta infraestructura escolar a fin que las más expectantes, pasen luego a ser parte del negocio “bajo administración pública – privada” (APP). Esto es lo que está en marcha tras el enorme barullo publicitario, al igual que en el sector Salud. Un sistema privatista abusivo que ha fracasado en la región y que por eso está siendo desmontado para recuperar el sistema público, gratuito y de calidad de la educación, pero que aquí, en el Perú, como siempre, se está vendiendo como una novedad.
Aumento de presupuesto, si y mucho más. Pero cuidado; hacia donde se está orientando la parte fundamentales la clave. No es para mejorar sustantiva y sostenidamente el precario salario magisterial, ni para solventar sólidos y permanentes programas de capacitación, menos para devolver a toda la educación básica la jornada escolar completa con los cursos integrales y formativos hoy proscritos del currículo oficial, con reales programas de alimentación y salud escolar.
Consecuentemente, no se habla de ninguna reforma curricular y, al contrario, se impone una sola plantilla o currículo nacional, para un país tan diverso como el nuestro. De paso se manipula a la opinión publica cacareando una distorsionada “recuperación de la jornada” con algún aumento de horas de Educación Física e inglés, lo que no está mal, pero, es totalmente insuficiente. ¿Y los cursos básicos, hoy desaparecidos o reducidos a su mínima expresión, como Historia, Geografía, Filosofía, Psicología, Química, Física, Educación Cívica, que moldean el espíritu y afirman valores, pulen y orientan las conductas, que perfilan ciudadanía con la internalización consciente de lo que son derechos y deberes, garantías fundamentales para una convivencia social como reales seres humanos?. Nada, de nada, Y después nos lamentamos de la pérdida de rumbo, de la irracionalidad violentista y delincuencial que padecemos.
La base de esta lamentable política educativa, se encuentra en concebir ahora a la educación, no como un Derecho Humano Fundamental y como tal, una obligación de Estado y la sociedad de garantizarla para todos, sin excepción, si no como un vulgar servicio susceptible de ser vendido o alquilado, como una mercancía, a quienes puedan pagar directa o indirectamente por ella. Se maltrata sistemáticamente a la educación pública estatal, se le desprestigia y asfixia para promover el negocio privado, buscando trasladar o trasvasar a los educandos de un sector a otro, cual simples “clientes”. No es casual que se imponga oficialmente la idea que educación “es saber las operaciones fundamentales y entender lo que se lee: ¿Esos son los parámetros para medir la educación y cultura de un país? ¡Estos son los mínimos necesarios para ser negociantes de sobrevivencia, clientes del mercado y la mano de obra barata que requiere un país primario exportador en pleno de siglo XXI, lo cual además de avergonzarnos, debiera indignarnos!. Este modelo de “Educación”, nunca ha sido soporte de algún proceso de desarrollo Integral, de progreso sostenible, realmente democrático, inclusivo y para todos.
Por eso no se habla del rol embrutecedor y sembrador de mediocridad de los grandes medios, del mal ejemplo de innumerables líderes políticos de opinión y autoridades diversas que han hecho del abuso, la rapiña y la impunidad, toda una escuela perversa en la juventud y amplios sectores poblacionales. Ellos, más de las veces, destruyen los valores y conductas que con tanto esfuerzo predican la escuela y los maestros. Por eso es que reivindicamos el Derecho Humano a la educación para todos y no solo para los que puedan pagar por ella. Por eso reivindicamos la dura y noble labor del maestro y la escuela, que asumen y “la más noble de las profesiones” en función del educando y los intereses de la patria. Por eso y mucho más, crece nuestro amor y agradecimiento a nuestro Colegio y a nuestros maestros que no solo nos “enseñaron” si no, fundamentalmente nos formaron. A ellos como a nuestros padres, los debemos mucho de lo que ahora somos.
(*) Artículo escrito para la Revista “Imágenes” Edición Extraordinaria. Promoción “César A. Vallejo” 1964 del Colegio Nacional “Mariscal Luzuriaga” provincia de Casma.