PERÚ: LA PRENSA Y SU TRISTE PAPEL EN LA CAMPAÑA ELECTORAL 2016

Por: Augusto Lostaunau Moscol*

Se ha popularizado –a costa de repetición machacante- el término Cuarto Poder para identificar el papel de la prensa en la sociedad. Debido a que en nuestro país los Poderes del Estado están socialmente muy desacreditados por la corrupción, incapacidad, negligencia y falta de humanidad, los medios de comunicación se han convertido en la única ventana que los peruanos utilizamos para hacer públicas las (cotidianas) injusticias que vivimos y sufrimos. De esta forma, la ineptitud de los gobiernos y los gobernantes, han generado la necesidad de contar con la prensa como un respaldo o defensa y evitar ser víctima de cualquier abuso por parte de las “autoridades”.

Pero, eso no significa que la prensa en realidad sea el Cuarto Poder ya que, se supone que un Poder debe responder a los intereses de todos los miembros de la sociedad. Así por ejemplo, se supone que: el Poder Ejecutivo representa a la Nación; el Poder Legislativo está conformado por todos los sectores y clases sociales que conforman la sociedad peruana; y, el Poder Judicial administra justicia teniendo como principio la igualdad ante la ley. (Claro que, en la realidad cotidiana, nada de esto se cumple. El Legislativo representa sólo los intereses de la clase dominante; el Legislativo sólo garantiza leyes a favor de la clase dominante; y, el Judicial sólo le asegura “justicia” a la clase dominante). Por ello, la prensa al representar sólo los intereses de sus propietarios –los cuales pertenecen a la clase dominante-, no puede ser un Cuarto Poder. Es sólo un medio que utiliza la clase dominante para consolidar y prolongar su poder económico-político y cultural.

Además, con ese tipo de integrantes con que cuenta la prensa peruana, es un exceso y una exageración otorgarle tamaña investidura. Elementos como Jaime De Althaus, Aldo Mariátegui, Mario Ghibellini, Mónica Delta, Augusto Thorndike; etc. quienes en sus programas presentan una doble moral al entrevistar: cuando lo hacen con los candidatos que son de su agrado (aunque decir “de su agrado” es un favor porque en realidad ellos sólo hacen lo que sus patrones ordenan), realizan preguntas muy “fáciles” que permiten el “lucimiento” del entrevistado, al cual no interrumpen y apoyan con sonrisas aprobatorias y movidas de cabeza afirmativas; por el contrario, cuando entrevistan a candidatos que no son “de su agrado”, las preguntas siempre buscan desacreditarlo, además lo interrumpen y desacreditan con movidas de cabeza que significan desacuerdo. Con todo esto (lenguaje oral y corporal), el televidente se deja influenciar y luego determina “en forma objetiva” cual candidato es bueno o malo para el Perú.

Como ya se indicó, los medios de comunicación sólo representan a los interese de sus propietarios. Los directores, editores, periodistas, etc. son sólo empleados fieles que cumplen órdenes. Son los perros cancerberos de la continuidad del sistema y la supervivencia del modelo. Y, cuando ya no son útiles, son abandonados a su suerte, recibiendo grandes reconocimientos sólo al momento de morir.

Así mismo, ¿es una obligación del candidato responder a las preguntas de los periodistas? No. El candidato determinará el momento y el lugar en el cual responderá las entrevistas o ruedas de prensa. Durante un mitin, el candidato está en contacto con sus militantes, votantes, seguidores y observadores. Es el momento, y el lugar, en el cual debe consolidar sus propuestas –y promesas- que garanticen los votos que está buscando. El mitin no es para la prensa, es para el pueblo. Por ello, pretender que antes, durante o después del mitin, el candidato responda a la prensa, es un despropósito, una divagación de la prensa. Un exceso de protagonismo. Descalificar –o iniciar una campaña negativa- a un candidato porque no aceptó una entrevista luego de un mitin, es mostrar el verdadero rostro de este seudo “Cuarto Poder”.

Por último, los medios de comunicación son –en su gran mayoría- un negocio particular, por ello, no son un “Cuarto Poder”. Son sólo eso, un negocio particular muy rentable y –en muchos casos- extorsionador.

*Historiador