1. Camino de tres décadas de un programa de ajuste y reforma neoliberal que se aplica sin pausa y con prisa, muestra claros signos de agotamiento y decadencia. Nada nuevo tiene que ofrecer ¿Qué queda del crecimiento que nos llevaría al Primer Mundo? ¿Qué de la inclusión social allí donde la riqueza se concentra a manos llenas y se arrebata a los trabajadores hasta sus mínimos derechos sociales? Recesión, inflación, déficit comercial, en suma, el fantasma de la crisis ronda el ambiente. La justa y valiente rebelión de los jóvenes que se trajo abajo la Ley de Empleo Juvenil, es el epitafio a la prepotencia de que quienes, desde el Poder, se sienten dueños del Perú.
2. La Constitución de 1993 configuró el Estado neoliberal: subsidiario del mercado. En lugar de un Estado moderno con democracia real y eficiente, con instituciones firmes y derechos fundamentales para todos, ha dado paso a un Estado en crisis, con instituciones frágiles y desacreditadas, una democracia con escasa o nula participación ciudadana (en el rango de Mongolia), desbordado por la corrupción, la violencia gansteril, el narcotráfico, los poderes de facto y la manipulación mediática.
3. Para imponer el orden neoliberal desmantelaron al Estado y su rol en la economía. ¡Privatizarlo todo! fue la voz de orden durante el fujimorato y después. Nada mejor para ello que barrer los derechos laborales y sociales de los trabajadores, fragmentar sus organizaciones, convertir los partidos políticos en rótulos electorales, quebrar valores básicos como la solidaridad, la igualdad, la justicia, la dignidad, dando paso al pragmatismo utilitario, al individualismo a ultranza, al estilo mafioso de enriquecimiento de cualquier modo. Personajes como Orellana, Álvarez y tantos otros del mismo jaez inundan el país. Son los hijos naturales del sistema, el cáncer incrustado en su corazón que amenaza devorar la sociedad.
4. Como país hegemonizado por la derecha conservadora hemos llegado a un punto límite. Las elecciones de 2016 pueden terminar siendo más de lo mismo: permanece esta realidad ya insoportable o se abre un nuevo camino a un futuro promisorio para las nuevas generaciones. El ciclo de Ollanta Humala está terminado: nada nuevo ni distinto tiene para ofrecer, excepto su traición, mediocridad y fracaso. Es el momento de una alternativa que signifique cambio de rumbo, no solo de rostro. Amplios sectores del pueblo buscan la voz que les señale el camino: una voz firme, segura, creíble. Esta es la opción que hay que construir sin pérdida de tiempo. La coalición de las izquierdas, el movimiento popular y el progresismo es un imperativo y una necesidad. También la única posibilidad de éxito. La estrechez sectaria, el espíritu de aldea, el “yo mando aquí” arruinó esfuerzos unitarios hasta tornarlos una caricatura, y arruinará a quienes lo promuevan en el nuevo escenario.
5. Recojamos la lección que nos ofrecen los jóvenes que derrotaron la Ley “Pulpin”, golpeando en el nervio más sensible de la política de ajuste promovido desde la CONFIEP y respaldado por el ollantismo: unidad en la diversidad, iniciativa desde las bases, democracia en la acción, coraje para tomar las calles, confianza en la posibilidad de la victoria, realismo para entender los escenarios de cada batalla. La derecha no es lo fuerte que imagina; tiene una bandera única pero muchas cabezas electorales en disputa.
6. Gregorio Santos, presidente electo del Gobierno Regional de Cajamarca con el respaldo mayoritario de su pueblo, se encuentra arbitraria e injustamente en la cárcel por decisión política del más alto nivel. No hay razón que explique este hecho violatorio de los derechos humanos. Al mismo tiempo que exigimos su libertad inmediata, por ser de justicia, agradecemos los miles de gestos de solidaridad a lo largo y ancho de la patria.
7. Nos permitimos convocar a las mujeres y hombres que creen en el Perú y su futuro, a buscar puntos de convergencia e impedir la fragmentación del voto popular y progresista y la dispersión de las luchas sociales. En 2006 y 2011 pagamos caro ir separados. No cometamos el mismo error esta vez. Que los prejuicios, desconfianzas o intereses particulares no nos impidan ver el bosque y construir la gran unidad para el gran cambio con democracia, justicia social, trabajo digno, crecimiento con desarrollo, igualdad de oportunidades, soberanía y regeneración moral, que demandan millones de peruanos.
8. La derecha económica y política no está dispuesta a aceptar ningún rasguño al modelo. Para ello necesita aislar, dividir y arrinconar a las fuerzas de izquierda y populares. Sólo unidos estaremos en condiciones de conjurar esta amenaza y abrir un nuevo curso para el país.
¡LA UNIDAD DEL CAMPO POPULAR ES NECESARIA Y POSIBLE!
¡HAGÁMOSLA REALIDAD!
¡PATRIA PARA TODOS!
Comité Central del Partido Comunista del Perú – Patria Roja
Lima, Fines de enero de 2015.