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Por: Federico García
El poder mediático peruano, a través de su casi unánime repudio a lo que acontece en la Patria de Bolívar, se dedica a desinformar a la opinión pública en aspectos puntuales como el desarrollo social, la educación, la salud y la vivienda. El verso acumulado es la inflación, la falta de alimentos, la falta de democracia y la evidente dictadura.
La verdad anda en las antípodas de esta asonada, casi maquiavélica, destinada a enlodar la memoria del presidente Chávez con el avieso propósito de defenestrar al actual presidente Nicolás Maduro y ahogar a la sardinilla que se atrevió a romperle los dientes al escualo norteamericano.
Pocos saben que en la Venezuela bolivariana la salud es totalmente gratuita, sin exclusiones de ninguna clase; la educación es igualmente gratuita tanto en cantidad y calidad como lo prueba la UNESCO en documento público; las amas de casa tienen la jubilación asegurada porque se les reconoce su calidad de trabajadoras sociales, ejemplo que pocos países han logrado en el mundo.
La vivienda, uno de los pilares más importantes de La Gran Transformación, es ejemplo notable para resolver las carencias del pueblo venezolano con un masivo incremento de la construcción, hecho destacado también por Las Naciones Unidas. Las viviendas no se regalan, pero la gente de pocos recursos puede acceder a su casa o departamento, sólo con un porcentaje mínimo de su salario.
Claro que el llamado “chavismo” tiene que lidiar contra las transnacionales que aún ponen las reglas, para lograr el bienestar para todos. Felizmente el mundo está cambiando y el régimen neo liberal que aún domina el mundo, está con los minutos contados para seguir haciendo de las suyas, como lo prueban los países del ALVA que, de un modo más orgánico, están apostando por los pobres.
Olvidan también que el planeta está a punto de ser barrido del mapa por su afán de lucro y riqueza, pero felizmente países poderosos aliados del “chavismo” le han puesto un paralé al llamado primer mundo, con la contundencia de quienes tienen la razón y la fuerza, como ocurre en China y Rusia que pueden y deben apoyar al pueblo venezolano y evitar el golpe de estado que Gringolandia pretende con la espada desenvainada.
Ir a la Plaza San Martín es un deber cívico y patriótico para expresar nuestra solidaridad con el hermano agredido.