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Por: Luis Gárate
No es casual que los grupos de poder en el Perú busquen llevar la disputa electoral a una contradicción derecha-derecha, en la que aseguren la plena continuidad del modelo económico y político
En este escenario dos de las principales candidaturas en el ruedo están en plena batalla de pullas y golpes. Por un lado el líder aprista Alan García, que es experto en generar titulares y tweets provocadores, ahora en busca a sacar del camino al candidato Pedro Pablo Kuczynski. La estrategia aprista es desprestigiarlo para poner de segundo a García. Por eso lo acusan de norteamericano y viejo.
El candidato del cuy ha salido a responder que renunciaría – como ya lo había hecho antes sin cumplirlo- a su doble nacionalidad. Lo real es que mientras se acusan mutuamente, ambos son demostrados operadores y muy funcionales a grandes intereses empresariales y a los intereses geopolíticos y económicos de Washington en nuestro país.
Lo más reciente es el cuestionamiento de PPK a la propuesta de García de crear un ministerio de la juventud por considerarla inviable, una propuesta nada descabellada pero que viniendo de García, no tiene ninguna coherencia con su práctica de gobierno antilaboral y represor.
Kuczynski no se queda atrás y lanza su pullas recordándole a García sus anticuchos, como los narcoindultos. PPK se busca presentar como un eficiente tecnócrata, siendo en realidad un viejo conocido en los pasillos de las oficinas estatales, donde siempre ha estado en puestos importantes y haciendo buenos favores a intereses empresariales. Ahora anda reclutando a personajes controversiales con lo que antes he tenido serias discrepancias, casos como los de los ex ministros de vivienda Carlos “Techito” Bruce, Rudecindo Vega o el cuestionable Dr. Ciro Castillo, tristemente célebre por hacer carrera política aprovechándose del sensible caso de su hijo fallecido en El Colca.
Mientras tanto siguen saliendo a la luz más evidencias y conexiones del gobierno aprista (ex ministro Rodolfo Beltrán y su esposa Zaida Sisson) con el caso Lava Jato de Brasil y las millonarias coimas y lobbys de las empresas brasileñas en diferentes países como el nuestro para lograr jugosos contratos y megaproyectos. Asimismo el caso escandaloso de los narcoindultos, que según el representante del Ministerio Público señaló que la comisión de gracias presidenciales demoraba 50 segundos en aprobar un indulto a favor de los condenados por narcotráfico.
No olvidemos que por su lado se mueve sigilosamente el fujimorismo, que es la otra fuerza autoritaria y con antecedentes más cuestionables que está puntera temporalmente según las encuestas. Por ahora García y PPK, con ayuda de la concentración de medios son los que ponen la agenda política.
La izquierda sigue en sus intentos de formar un solo espacio. Lamentablemente la falta de desprendimiento y de visión estratégica impide al progresismo avanzar más rápido en un proceso unitario, entendiendo que quien lleva la pelota en este juego es la derecha, con sus diferentes matices. En esta etapa no ayuda la dispersión, sino un bloque progresista realmente amplio que pueda enfrentar con cierta solvencia a las mafias políticas y empiece a poner en debate los grandes temas del país: Estado e industrias extractivas, rol estatal en la economía y recursos naturales, seguridad ciudadana, políticas sociales, reformas en la educación y salud pública, entre otros.