LA VÌCTIMA

Por: Antonio Zapata.

Maquiavelo aconseja no herir a los enemigos políticos, a menos que se considere liquidarlos. La idea es no lacerar a un león y dejarlo con  fuerza para contraatacar. Si vas por la presa tienes que tomarla entera, no hay término medio. Caso contrario, el peligro se cierne sobre el atacante inicial, porque la reacción del enemigo posiblemente lo desequilibre. En estos días pareciera que el gobierno del presidente Humala no toma en cuenta las advertencias del consejero florentino.

En el caso de Alan García, el pleno del Congreso lo ha enviado a la Comisión de Acusaciones Constitucionales y veremos aún en qué resulta la movida. Pero es obvio que el caso narco-indultos ha de marcar la carrera del líder aprista, nunca podrá quitarse ese baldón. Aunque tenía las prerrogativas para indultar a cualquier reo, es evidente que se excedió. La cantidad astronómica de indultos alteró el sistema normal de Justicia. Además, se hallan los casos de narcotráfico que ensombrecen la segunda gestión de García. No se entiende qué lógica política justifica liberar bandas enteras de narcos, cuando el país firma convenios internacionales que obligan a combatir el tráfico ilícito de drogas.

Por lo tanto, los enemigos de García tienen armas políticas para arrinconarlo y hacerle la vida imposible. Difícil que llegue a presidente en la próxima oportunidad. Pero no imposible. Lo único que puede salvarlo es un ataque a medias del partido de gobierno. Se hará la víctima y luego quizá afrontemos un cambio de correlación. En este Perú nuestro, gana el poderoso que se victimiza.

El problema es la controversia sobre sus derechos constitucionales; es decir, si hay o no infracción constitucional. Independientemente de los argumentos, el caso es que el Partido Nacionalista no ha logrado una mayoría sólida que permita completar el proceso. Además, no ha preparado el camino en el Poder Judicial ni en el Ministerio Público. En esos terrenos decisivos, hace años que se adelantó el APRA.

La mayoría en el Pleno ha sido magra, algo más de cincuenta votos, lejos de los dos tercios. Así, es probable que García quede herido, pero vivito y coleando. La condición más peligrosa para el gobierno y la más favorable para el líder aprista. Dada su conocida habilidad para situarse, es posible que al colocarse como víctima de un atropello contra su derecho a candidatear, logre dar vuelta a su complicada situación y nuevamente se posicione como alguien capaz de ganar.

Lo mismo sucede con Goyo Santos en Cajamarca.

En su situación, con el agravante de su detención. No conozco casos de derrota en campañas electorales cuya meta es sacar de prisión a alguien que puede ser visto como injustamente detenido. ¿Qué razones justifican su detención? Si es obvio que no va a fugar, porque es candidato. Que se le haga el proceso en libertad y si se prueban las acusaciones, recién vendrá el momento de la cárcel.

Pero, meter preso a un rival político, aún con presunción de inocencia, y a quien se permite volver a ser candidato, es suicidarse, otorgándole un arma política para ganar precisamente esa campaña. Lo tendremos de vuelta por la puerta grande.

En ambos casos la figura es la misma; se trata de la noción de víctima, a quien los abusivos del gobierno quieren impedir que corra en igualdad de oportunidades. Los ciudadanos nos identificamos con esas figuras porque nos representan. Todos sentimos la prepotencia que caracteriza al país. Por ello, nos simpatiza cierto tipo de víctima, que es agredida, pero ahí está, es fuerte y resiliente; sabe seguir en la brega. Esa víctima, y no la echada, nos agrada y la hacemos nuestra con facilidad.

Ante ese tipo de víctima nos invade la necesidad de repararla, de ayudarla a levantarse. Nos encanta el cuento del Ave Fénix y tanto García como Santos pueden ser sus paladines. Un adelantado fue el presidente Fernando Belaunde, que ganó en 1980 por el sentimiento nacional de reparar a la víctima del golpe de 1968.

Fuente:

http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.larepublica.pe