La necesidad y posibilidad de una educación liberadora

Reynaldo Robles

Por: Reynaldo Robles Aroste

Cuando en sus programas de instrucción pública el Estado se refiere a los indios, no se refiere a ellos como a peruanos iguales a todos los demás. Los considera como una raza inferior.
José Carlos Mariátegui

Así como está el sistema educativo nacional ya es inviable. Un sistema educativo que camina a la deriva porque la extrema derecha que tiene el poder económico y político en el Perú es extremadamente egoísta y cínica, con una mentalidad estrecha y arcaica. Esta derecha mira y trata con desprecio al  pueblo por eso nunca tuvo la voluntad política para implementar una educación pública de calidad y para todos. Es que nunca le preocupó el desarrollo nacional sino sus intereses y los intereses de las potencias imperiales de quienes dependen en todo aspecto y sus familias tienen educación privada de altos costos y los gobiernos de turno se convierten en instrumentos formales a su servicio. Pruebas de ello son los siguientes hechos: 1) el Perú sin rumbo definido; 2) el Proyecto Educativo Nacional desfinanciado; 3) la situación de pobreza y extrema pobreza de los niños y niñas; 4) la precarización de las condiciones de vida y trabajo del magisterio; 5) la imposición autoritaria de leyes que eliminan derechos sociales; 6) la infraestructura, mobiliario y materiales arruinados; 7) el pobre presupuesto que se destina al sector no alcanza el 3% del PBI nacional.

En estas condiciones es imposible que el sistema educativo contribuya al desarrollo nacional, a la producción de la cultura, del conocimiento, de la ciencia y tecnología; es imposible que la educación sirva al desarrollo humano. Tantas oportunidades perdidas por el egoísmo de las clases dominantes. Una vez más la bonanza económica primario exportadora será pasajera y otra vez el círculo vicioso, y lo peor como siempre para el pueblo, mientras las grandes ganancias, la acumulación de fortuna para la burguesía parasitaria bajo el manto del neoliberalismo salvaje y la fuga de decenas de miles de millones dólares en beneficio de las transnacionales, en esto consiste el libre mercado.

La desigualdad social afecta a las grandes mayorías sociales desempleadas y subempleadas y su correlato de pobreza y extrema pobreza. Los maestros con mil doscientos soles (S/. 1200) promedio de haber, lejos de cubrir la canasta básica familiar que supera los dos mil soles (S/. 2000), con lo que nos ubicamos en el nivel de la pobreza y de remate agobiados por las deudas, razón por la cual tenemos que someternos a actividades extras de sobreexplotación, al agotamiento absoluto sin tiempo para reflexionar sobre nuestra práctica o atender las necesidades de nuestra familia. Es de imaginar la labor heroica que realizamos en medio de grandes carencias y asfixia las que influyen poderosamente en nuestro estado anímico en el proceso de la formación de ciudadanas y ciudadanos. Esta realidad solo puede ser ignorada por los enemigos del país y del Perú profundo.

Si no se destina el justo presupuesto para educación, si no hay capacidad de gasto y las prioridades establecidas de acuerdo a un proyecto nacional, suena demagógico cualquier discurso de mejorar la educación. Lo increíble todavía que del pobre presupuesto que se destina a la educación no se invierte la totalidad debido a la incapacidad de la burocracia obligado al ahorro fiscal. De acuerdo al Foro Mundial de Educación 2015 el presupuesto para Educación debe ser sobre el 5% del PBI nacional, esto es promedio latinoamericano mientras en el Perú no se llega al 3% cuando las propias leyes de este sistema contempla 6% del PBI. Haciendo realidad el 5% que se aproxima a S/ 40 mil millones, posibilitaría atender prioridades que no pueden esperar más tiempo, como el haber básico general del magisterio, la deuda histórica por preparación de clases, la nutrición de los niños y niñas, la jornada escolar completa, la infraestructura, los equipos y materiales escolares, entre otras.

Medio millón de profesores que tiene el Perú, entre nombrados, contratados y desempleados, es todavía insuficiente para el país, si realmente habría voluntad de atender la demanda educativa nacional así como recomienda la UNESCO con 25 alumnos por aula, incorporación de los dos millones de niños y niñas que actualmente no tienen acceso al sistema escolar, la incorporación del 80% de infantes que están desatendidas por educación inicial; también la reincorporación de cientos de miles de infantes, niños y niñas que se fueron a la escuela privada, donde están expuestos a todo tipo de riesgos en garajes, en domicilios particulares, en vías públicas, en manos de negociantes que en gran parte constituye engaño y una injustica a los profesores contratados con sueldos inferiores al mínimo vital. Pero también una formación profesional de maestros para nuestros tiempos lo que equivale a un proceso de mejor selección a los postulantes, al mismo tiempo la motivación sistemática de esta noble e invalorable profesión formadora de generaciones de ciudadanos y ciudadanas protagonistas de la historia nacional.

Los contenidos educativos tienen que ser actualizados así como la metodología de trabajo y el dominio de las ciencias de la educación pero con actualización y capacitación planificada y financiada como política del Estado, así con estímulos significativos para cada docente. De ninguna manera como lo que hasta hoy se viene haciendo, eliminando sus derechos, con sueldos miserables, sometiendo a exámenes mal elaborados, exámenes donde están ausentes los pioneros de la nueva educación peruana y el desempeño en el aula, exámenes que discriminan, para luego llamar a capacitación como un ogro que llama a sus víctimas para repartirles algo. Por ello una profunda reforma educativa es necesaria orientada al cambio del sistema educativo como parte de la gran transformación social del país donde el docente sea el centro de atención, docentes de calidad escuela de calidad y la educación de calidad.

Abramos los ojos al mundo, tomemos en cuenta las recomendaciones de foros mundiales, los modelos eficientes y exitosos, los resultados de investigaciones, los aportes de los maestros y científicos sociales de todos los tiempos, sobre estas bases se decidan políticas porque este sistema arcaico ya no sirve a las necesidades del mundo de hoy. Ya no es posible continuar formando niños y niñas para una sociedad que ya no existe. Requerimos de un sistema educativo con grandes objetivos de formar ciudadanos y ciudadanas con derechos plenos, conscientes y decididos a contribuir a superar el país atrasado que vende piedras; ciudadanos y ciudadanas que piensan críticamente, que aportan al desarrollo de la ciencia, a la producción del conocimiento y tecnología, aptos para emprender retos nuevos de producción con valor agregado.

Es posible la realización de un nuevo sistema educativo. Pero no sobre este aparato jurídico neoliberal, menos va a protagonizar el cambio los que lucran con el negocio de educación y cultura, los que se benefician de los colegios particulares privados donde la pensión es cientos y miles de dólares, tampoco los aventureros como Toledo, Humala o Fujimori o el tránsfuga de Alan, o algún neoliberal que ya está en campaña, porque son instrumentos que sirven a los ricos, a la gran burguesía y las transnacionales. Nosotros los de izquierda y progresistas junto al pueblo si podemos realizar un sistema educativo emancipador, para liberarnos de la dependencia, del subdesarrollo, de la dictadura de los medios, de la pobreza, de la miseria, del atraso, debemos protagonizar todas las sangres a través de la lucha política, porque son nuestros derechos históricos que siguen negándonos desde hace siglos y en pleno siglo XXI, por eso la necesidad de una Nueva Constitución, una carta magna para este siglo, para el desarrollo humano, el desarrollo armónico del país, por una democracia real, una sociedad justa, solidaria y humana. ¡Es posible construir nuestro propio destino! Las nuevas generaciones deben ser educadas para protagonizar este proceso.

La escuela que tenemos es la escuela del siglo XIX, con docentes que nos formamos para el siglo XX y hoy estamos frente a los alumnos del siglo XXI de la era digital. Es una escuela hecha para la homogenización, para la revolución industrial, para las industrias con chimenea, ya es inviable hoy, simplemente ya no sirve para el desarrollo social, político, económico y cultural. Requerimos una educación liberadora, liberadora del sometimiento, de la verticalidad, del aburrimiento, de la uniformidad, de la discriminación, del multianalfabetismo y del carácter bancario de la vieja escuela. Queremos una escuela que antes del aprendizaje académico y técnico se preocupe por el desarrollo humano y la formación ciudadana, que se preocupe por las relaciones intrapersonales e interpersonales, de las emociones y sentimientos. Una escuela donde se aprehende instrumentos para procesar la información, técnicas para recrear y construir conocimientos, condiciones básicas para pensar y construir ideas. Una escuela que tengan talleres y laboratorios, una preparación para la vida, para una diversidad de actividades, la estimulación de la creatividad para que cada uno vaya eligiendo y desarrollando capacidades de acuerdo a sus inclinaciones y aptitudes. Una escuela que queremos para contribuir en la construcción de un Perú nuevo dentro de un mundo nuevo.

Es tiempo de la reivindicación del Perú Profundo que está en la selva, en los andes y en la costa; en las altas punas del mundo andino, en las fronteras más lejanas de nuestro país, así como en las grandes ciudades y a unos metros del palacio de gobierno en Lima y en todo el Perú. Basta de sentirnos inferiores, somos tan iguales o mejores que otros, así está demostrada en nuestra larga historia, somos herederos de la civilización andina la que más aportó en el campo de la ciencia, tecnología y productos al desarrollo de la cultura universal. Una historia de audacia, creatividad, cooperación y solidaridad, la que debe reflejarse en la escuela y en la vida ciudadana nuestra de hoy. Es tiempo de ruptura con cosas que nos impiden el progreso, y continuidad y recreación de nuestras mejores  tradiciones culturales de todos los tiempos.

Lima, otoño, 2015.