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Por: Luis Gárate
El socialismo, según dos recientes artículos del abogado y columnista de El Comercio Alfredo Bullard, es decidir por otros, anular la libertad individual y de decisión. Sus argumentos son parte del discurso tradicional y la caricatura liberal que se difunde sobre las ideas y experiencias socialistas.
No es coincidencia que los liberales y otros sectores de derecha peruana se pongan a denigrar de las ideas socialistas, justo cuando acabamos de pasar la primera vuelta electoral en la que la candidatura izquierdista de Verónika Mendoza alcanzó un importante tercer lugar.
Es cierto que en la historia las principales experiencias del socialismo, en especial el modelo de la Unión Soviética, estuvieron marcados por el excesivo control del estado sobre la actividad económica y la vida de los ciudadanos.
Sin embargo cabe recordar que el socialismo surgió precisamente porque esa libertad de decidir sobre la vida de uno mismo era una falacia del liberalismo; surgió como la alternativa de los explotados para ver cómo distribuir mejor la riqueza que generaba el capitalismo, pero que cada vez era más concentrada en unos pocos, mientras las mayorías quedaba en la explotación y la miseria.
La libertad a plenitud que tanto pregona Bulllard y los ideólogos del modelo económico y social imperante en el país, es también un mito. Curiosamente en los países donde se ha implementado en su versión más extrema – la neoliberal- trajo crecimiento económico, pero a costa de flexibilizar los derechos de los trabajadores y reducir la calidad y alcance de los servicios públicos más esenciales. Es más bien la reducción del estado, y la libertad de las empresas para producir más riqueza pero a costa de los derechos de la gente. Entonces la libertad de elección y oportunidades para las personas es más limitada.
Mientras los liberales siguen entonando el coro de la superación del socialismo, en las dos potencias capitalistas clásicas: Estados Unidos y Reino Unido, han reaparecido con fuerza los discursos socialistas y un masivo interés juvenil por estas ideas (ver los casos de Bernie Sanders en EEUU y Jeremy Corbyn en Reino Unido). Eso no es casual, es justamente la búsqueda de la justicia social ante un capitalismo cada vez más rapaz, que genera concentración de riqueza y falta de oportunidades.
Los liberales y neoliberales pueden seguir pregonando la vigencia y “superioridad” de sus ideas, pero la práctica y la realidad mundial los vuelve a desmentir. El socialismo vuelve a resurgir como un clamor y necesidad de los pueblos. No es por supuesto igual que las experiencias del pasado, pero si con la misma esencia de la necesidad de ponerle un tope a la “libertad” de explotar a otros y de concentrar riqueza en unos pocos, a costa del trabajo de las mayorías.