Por: Shirley Chilet Cama
La planificación debe configurarse como un medio o herramienta para la consecución de una ordenación del territorio, y únicamente será legítima cuando este sea ambientalmente sostenible y, garantice la equidad social y la cohesión territorial. Así, las decisiones que se tomen sobre el territorio han de atender a la conservación de los recursos naturales y valores ambientales sobre los que inciden, asegurando el mantenimiento de los mismos para las generaciones futuras. Por lo tanto, el ordenamiento territorial realizado a través de la planificación, debe orientarse hacia los siguientes objetivos: La conciliación del desarrollo económico, la sustentabilidad ambiental y la equidad social, con objetivos de desarrollo integral sostenible y cohesionado del territorio, que compatibilicen una equilibrada distribución espacial de los usos, actividades, el máximo aprovechamiento de las infraestructuras y servicios existentes. El desarrollo de objetivos estratégicos y de contenido social y económico solidarios, que resulten compatibles con la conservación de los recursos naturales y el patrimonio cultural y la protección de los espacios de interés productivo rural. El establecimiento de las condiciones necesarias para el acceso igualitario de todos los habitantes a una calidad de vida digna, que garantice la accesibilidad a los equipamientos y a los servicios de infraestructuras necesarios; así como el acceso a un hábitat adecuado. La tutela y valorización del patrimonio cultural, constituido por el conjunto de bienes en el territorio a los que se atribuyen valores de interés ambiental, científico, educativo, histórico, arqueológico, arquitectónico o turístico, referidos al medio natural y a la biodiversidad biológica, unidades de paisaje, conjuntos urbanos y monumentos.
En la actualidad, esta concepción integradora de articular los objetivos del desarrollo socio-económico con la protección de los recursos naturales, la conservación del entorno, el paisaje y la tutela del patrimonio cultural, sobre la base del espacio físico y el territorio, ha dado origen a la consideración de las denominadas “cuencas vitales”, en los cuales el uso del territorio es definido en forma dinámica en relación al conjunto de actividades humanas que se desarrollan en él. En muchos países en vía de desarrollo, como en nuestro país, el ordenamiento territorial se encuentra escasamente integrado al conjunto de políticas públicas orientadas a la promoción de la calidad ambiental y el desarrollo sustentable; ello es debido a la poca importancia conceptual que existe respecto del ordenamiento del territorio como instrumento de la política ambiental; así también a pesar que existen marcos normativos e institucionales para el uso del suelo, su poco o nulo nivel de cumplimiento, los debilitan como herramientas o instrumentos para el desarrollo sustentable. Sin embargo, el reconocimiento de la importancia de esta herramienta es creciente en nuestro país por parte de los sectores públicos, los diferentes actores y de los propios ciudadanos, en la toma de conciencia respecto de la importancia del ordenamiento territorial como instrumento para el desarrollo sustentable, la misma que viene dando un giro conceptual desde una visión estática del uso del suelo, hacia una concepción mucho más dinámica del ordenamiento territorial, como una herramienta que procura lograr metas socio-económicas más amplias.
DRA. ARQ. SHIRLEY CHILET CAMA ESPECIALISTA EN PLANIFICACION URBANA Y REGIONAL