EL NEGOCIO DEL TRÁNSITO VEHICULAR EN LIMA

Por: Augusto Lostaunau Moscol*

Todos los días, los habitantes de Lima tenemos que soportar horas perdidas en el tráfico vehicular que se forma, no sólo en las horas punta, sino también, en las supuestas “horas de calma vehicular”. Es decir, los que vivimos en la capital tenemos que salir entre una hora o una hora y media antes, para poder llegar a nuestros destinos, que pueden ser el centro laboral, el centro de estudios u otro. Y lo mismo sucede cuando regresamos a nuestros hogares. Así, al día perdemos entre dos y tres horas viajando por las calles de esta contaminada ciudad.

Hace casi 30 años, surgió el mito del Tren Eléctrico, hoy estratégicamente llamado “Metro de Lima”. Se sostenía que con este medio de transporte masivo “se solucionaría el problema de tránsito en Lima”. Hoy, tenemos este medio en funcionamiento y el problema del tránsito está muy lejos de solucionarse. Pero, la construcción del Tren Eléctrico está inmersa en denuncias de corrupción que el Poder Judicial jamás ha intentado, al menos, investigar. Son denuncias de corrupción “de alto vuelo” que involucran a “grandes empresarios extranjeros” y un “ex presidente”. Quizás por eso jamás se investigará.

Hace casi 20 años, desde el municipio surgió el mito del Metropolitano. Se sostenía que con esta forma de transporte, Lima se convertiría en una ciudad del “primer mundo” y que el problema del tránsito vehicular sería solucionado.  En la actualidad, el Metropolitano no ha significado tal “salto al primer mundo” y la gente viaja amontonada. Demás está decir que el problema del tráfico vehicular continúa en la capital. Es más, avenidas con Alfonso Ugarte y Emancipación han sido restringidas en parte, originando mayor tráfico. La construcción del Metropolitano también está inmersa en denuncias de corrupción. Huelga decir que el Poder Judicial tampoco ha investigado. Quizás porque uno de los involucrados “es un político que tiene sus congresistas” y por ello, es mejor pasar la página y hacerse de la vista gorda.

En el último año, surgió el mito de los “corredores viales”, empezando por el bautizado “corredor azul”. Según este nuevo mito, el problema del caos vehicular desaparecería o disminuiría. Lima se percibiría “más ordenada”. Pero, la realidad es distinta. El caos vehicular ha aumentado, mientras los usuarios se quejan del pésimo servicio que brindan las unidades de transporte público. Demás está decir que, la presencia de los llamados “colectivos” impide cualquier cambio significativo en la ruta.

El problema del tránsito vehicular en Lima es la mala administración que existe de las vías de la ciudad. No puede ser posible que los camiones, volquetes, montacargas y otros tipos de vehículos pesados transiten por la ciudad a cualquier hora. Los caminos repartidores de gaseosas y cervezas se estacionan en cualquier lugar, a cualquier hora y lo único que hacen es empeorar el tráfico vehicular. Y a nadie le interesa. Los vehículos interprovinciales cruzan las calles de la ciudad por cualquier lado, interrumpen las calles para salir o entrar a sus terminales mientras un policía “de franco” los resguarda. Y a nadie le interesa.

Los medios informan que en la capital tenemos más de 200 mil taxistas “informales”, quienes junto a los más de 100 mil formalizados, compiten todos los días y a toda hora, por lograr un cliente. Es por ello que, se pasan la luz roja a cada instante. Paran donde les da la gana y, lo peor, no respetan los cruceros peatonales. Una amiga extranjera –hoy radicada en Lima- cuando llegó a la capital me preguntó: “¿por qué ustedes cruzan la pista por la mitad de la calle?” al principio no supe qué responder, luego le dije “porque es más seguro”. Me miró extrañada. Seguro que habrá pensado que le respondí la primera tontería que se me ocurrió. Pero no es así, cuando los habitantes de Lima cruzamos la pista por la mitad de la calle lo hacemos por seguridad ya que, si lo hacemos por las esquinas o por las líneas del crucero peatonal –si es que existen- corremos el riesgo de ser atropellados por un conductor de taxi, o de combi, o de custer, o un “hijito de papá que recibió de regalo su camioneta 4 X 4”, que no respetan las normas de tránsito porque viven frustrados del trabajo que realizan. La mayoría de nuestros taxistas o choferes de medios de transporte público, sientes rechazo a la actividad que realizan porque jamás se imaginaron que la realizarían.  No era su sueño laboral. Son personas que tienen que sobrevivir o subsistir con esa actividad. El taxista es un autoempleado o un subempleado. Su frustración la descarga contra el peatón.

Ahora, frente a una nueva gestión municipal que no es tan nueva, Lima corre el riesgo de ser engañada con un nuevo mito, que podría originar nuevas denuncias de corrupción, las cuales –para variar- jamás serían investigadas por el Poder Judicial. Pero, lo que es seguro, Lima perderá más aéreas verdes –de las pocas que tenemos- y serán cambiadas por asfalto, cemento, ladrillo, fierro y concreto. Ya algunos deben estar frotándose las manos por los nuevos negocios que se acercan.

*Historiador y docente en la UNMSM.