Por: Paúl Gutiérrez Ramírez (*)
En el diario El Comercio, la conocida periodista Cecilia Valenzuela en su artículo “El mito de la política trigueña” 08-10-2014) pretende hacer de la victoria momentánea del fujimorismo en Ica y su candidato el agroexportador Cillóniz, el paradigma, el ejemplo a seguir, el liderazgo que necesita la derecha para encarnar todas las pseudo ventajas del modelo neoliberal. Inversión, empleo, honestidad, para qué más, resumidas en un candidato que supuestamente “no ha necesitado una millonaria campaña” y que además de todo no necesitaría ser “trigueño”, léase cholo.
Nada más alejado de la verdad, Cillóniz ha gastado millones en su campaña, pues las “invitaciones” de la prensa a que se refiere no son sino campañas mediáticas pagadas con grandes sumas de dinero dirigidas a copar los medios de comunicación, pues con la prensa en el bolsillo, no necesitó ir a recorrer los asentamientos humanos, pues bastaba con organizar mítines con regalos por doquier. Su mitin de cierre con la orquesta “Corazón Serrano” y miles de regalos, que fue considerado una cachetada a la pobreza, le costó según él mismo, solamente S/. 200,000 Nuevos Soles
Si a eso le sumamos que lo central del discurso del candidato de la “K” se basa en el mito que dice que los iqueños vivimos en “la región de las maravillas”, con “tasa de desempleo cero”, el candidato de Cecilia termina siendo una farsa absoluta, porque el empleo generado por la agro industria es empleo precario, sin derechos, sin posibilidades de realización para las miles de familias que se han asentado en Ica en busca de trabajo y que están sometidas al “salario agrario” regulado por la “Ley de Promoción a la Inversión Agraria”.
Ese salario solamente le permite a los trabajadores y sus familias sobrevivir, no les permite acceder a niveles de cultura o educación superior para sus hijos, de tal manera que los empresarios como Cillóniz no solo tienen mano de obra barata ahora, sino que la aseguran para el futuro.
Pero, suelta de huesos como es ella, habla Cecilia de la “honestidad” de Cillóniz. Sobre honestidad hay que volver a decir que quien desconoce derechos y se llena los bolsillos con el excedente generado por los trabajadores en los fundos, de sol a sol, en condiciones de explotación, no puede llamarse una persona honesta. Para que tengamos una muestra de cómo entiende la derecha la honestidad, en la campaña electoral, todos los trabajadores de la agroexportación debían tener una bandera del fujimorismo y de Cillóniz en su casa, como un distintivo. El supervisor de la empresa agroexportadora pasaba y hacía supervisión para verificar que los trabajadores no habían izado la bandera naranja, de tal forma que cuando el trabajador aceptaba conversar con otros candidatos, los tenía que hacer pasar, con el temor de ser vistos por el supervisor, pues de ello dependía su trabajo. Se le puede llamar a eso honestidad?
Cuando la “chichi habla de que los “trabajadores humildes han entendido la necesidad y las bondades de la inversión” -para contraponerlos a los “brutos” de Cajamarca que “no entienden” las supuestas bondades del modelo, se trata de esa forma de entendimiento, en la que el otrora latifundista que hoy vuelve a concentrar la propiedad de la tierra, considera como su propiedad a los trabajadores, es dueño no solo de su producción, del fruto de su trabajo, sino de su propia persona, tanto que puede imponerle por quien votar.
El paralelo entre Goyo y Cillóniz que la Valenzuela hace en su artículo no es casual. La derecha necesita un líder que igualmente venga de las regiones, como Goyo, pero a la inversa, en sentido político opuesto. Es decir un líder que sintonice con el pueblo y haga trascender el modelo neoliberal, que “demuestre” que el modelo primario exportador es el mejor. Ellos hubieran preferido un “cholo trigueño”, pero como tienen que contentarse con el pálido Cillóniz, la “Chichi” se cura en salud diciendo algo así como que “no se necesita ser cholo trigueño para sintonizar con los pobres”.
Lo que es evidente es que la derecha pro minera y vendepatria y sus escuderos no quieren nuevas derrotas como la sufrida en Cajamarca y andan seriamente preocupados desde ahora en la lucha política electoral por llegar a palacio, cuyo desenlace se dará en menos de dos años.
Como para tener en cuenta, desde la otra orilla en la que nos ubicamos, la victoria de Cajamarca es aleccionadora y se hará realmente histórica si en perspectiva significó el preludio de una victoria nacional.
(*) Abogado. Miembro del Comité Central del Partido Comunista del Perú – Patria Roja.