El fujimorismo tramposo en la mira

Prof. Julio Yovera

Por: Julio Yovera

Cuando Pasteur descubrió el antibiótico, los virus que consumían los órganos de los seres humanos fueron combatidos y erradicados. Qué el fujimorismo es un virus para los peruanos no admite la menor duda. Y, sin embargo, esta enfermedad degenerativa es respaldada por millones de peruanos – no de manera abrumadoramente mayoritaria como nos pretenden hacer creer-, pero sí muy significativa.

Por lo pronto, ya sabemos que en el total de la población electoral, los que han optado por el fujimorismo son no más del 29 %. De manera que una parte de nuestra sociedad está seriamente enferma. Se requiere “tratar la enfermedad para salvar al paciente”.

Debemos estar claros que la curación, si bien es a mediano y largo plazo, es urgente.

El fujimorismo tiene como una de sus estrategias la mentira. Joseph Goebbels el propagandista del tenebroso Hitler recomendaba a sus huestes: “miente, miente, miente, que algo queda”. A fuerza de decir mentiras tras mentiras, éstas terminan convertidas en “verdades”.

Aprovechando bien los desaciertos del primer gobierno de García, quien dejó una crisis económica de post guerra: inflación y bancarrota; haciendo lo contario que sostuvo en la campaña, aplicó el fujischock; y, la gente de clase media y de los sectores pobres, que tenían sus ahorros, iniciaron a una etapa de sufrimiento y pobreza.

No nos venga ahora a decir la hija, que su padre sacó a los peruanos del fondo del hoyo. Se enfrentó y se venció la inflación pero a costa de la pobreza, la recesión y la ruina del aparato productivo nacional. Fujimori y Hurtado Miller fueron los verdugos que cortaron las extremidades del pueblo y lo paralizaron. Tener la idea que Fujimori fue una especie de general victoriosa de la guerra contra la inflación no tiene sentido.

¿Es verdad que el reo y su camarilla derrotaron a Sendero?, no definitivamente. Pero no pierden ocasión para decirlo. Es común escuchar del peruano contaminado que Fujimori derrotó al terrorismo. A Sendero lo derrotaron política y militarmente las rondas campesinas, que tuvo que enfrentar a dos enemigos: los seguidores de Guzmán y los militares. El pez fuera del agua se asfixió bien pronto.

Hay que educar la ciudadanía para que conozca que cuando el llamado presidente Gonzalo cayó, el dictador oriental disfrutaba un fin de semana en el interior del país. De dónde sale aquello que derrotó el terrorismo?, de la cabeza cuadrada de sus incondicionales.

Ya es hora de esclarecer al pueblo, que con frecuencia, merced a la alienación inducida y cultivada por los grupos de poder, pierde la memoria. Y ya es tiempo de enfatizar que en esa guerra, el grupo asesino Colina desapareció, torturó y asesinó a gente inocente.

Los muertos siempre los puso el pueblo. Desde los tiempos de la penetración colonial, pasando por la lucha por nuestra independencia y en la guerra con Chile. Miles de muertos que la historia no puede registrar.

Esta vez también. El agravante es que quien falsea la verdad es una camarilla, que dado los miedos y la ignorancia del electorado; a una campaña millonaria con dinero mal habido; a la aún débil y desarticulada izquierda; se prepara para volver para saquear el país, liberar a sus jefes, los delincuentes presos, y seguir subastando una patria en donde la frase “compatriotas” les genera repulsa. Pero a la que sonríen porque en campañas electorales los gestos valen más que los argumentos. La camarilla delincuencial lo sabe.