Docencia en el Perú: el vía crucis que no termina

PACO

Por: Francisco Guerra Velásquez

El Éxodo

Más allá de los discursos y las normas la situación de los docentes en nuestro país es crítica y está lejos de ser resuelta.

Decisiones de política relacionadas con la docencia, implementadas en los últimos 25 años han llevado a que el cuerpo docente se haya fragmentado de manera crucial. Según las cifras del propio Ministerio de Educación del 2014 existen en la EBR 493 284 docentes, de los cuales 316 902 trabajan en la escuela pública y 176 382 en la escuela privada. Adicionalmente 90 mil se encuentran en condición de contratados  y más de 170 mil docentes con título y desocupados (la mayoría de ellos no podrán ejercer la docencia ni menos incorporarse en la carrera docente). Nunca en la historia de la educación en nuestro país existió un cuerpo tan heterogéneo, que está atravesado con diferentes niveles de calidad en su formación, con culturas institucionales diferenciadas y con diferentes representaciones sobre su ser profesional. Todo esto configura, más allá de los datos estadísticos, un cuerpo docente disperso, con una crisis en su identidad y que pone en serias dificultades las posibilidades de su desarrollo profesional y de llevar a buen puerto la carrera profesional planteada desde el MINEDU.

Aunque suene a frase repetida, pero esta desproporción y distorsión del número de docentes requeridos para atender las necesidades del servicio educativo expresa la ausencia y despreocupación histórica del Estado por la educación pública, pero al mismo tiempo la fortísima presencia en las últimas décadas de los grupos económicos en el “mercado de la educación”. La distorsión descrita se remonta al año 1996 cuando el Estado aprueba  La Ley de Promoción de la Inversión en la Educación (DL N° 882)  que abre la posibilidad para que la educación se convierta en un negocio muy lucrativo, sin ninguna relación con los estándares de calidad y con las necesidades de desarrollo del país. Datos del estudio de Saavedra (2004) refieren que en el año 1998 existían más de 360 instituciones formadoras de docentes a nivel nacional (entre universidades e ISP) entre públicas y privadas, la mayoría de ellas de dudosa calidad, donde se graduaron miles de docentes que comenzaron el éxodo de conseguir la plaza prometida.

¿Cuándo empezó el Vía Crucis?

Es necesario tener presente que en los países de desarrollo capitalista la aparición de la escuela pública y el cuerpo de docentes estuvieron íntimamente ligado a la fundación del proyecto de la burguesía. Según Andrea Alliaud (2007), la docencia como profesión se “cristaliza” con la constitución del sistema educativo nacional y la universalización de la educación primaria. En nuestro país es un poco difuso conocer con cierta precisión en qué momento se constituye el cuerpo docente debido a la ausencia de un Estado-Nación y de una burguesía nacional que tomara en sus manos las tareas referidas y, por lo tanto, la creación un grupo especializado de docentes para cumplir los objetivos que esta clase demandaba. Lo que ocurrió fue que la educación pública se implementó en la costa y en algunas capitales de la sierra, y de manera lenta y progresiva en las zonas rurales y en la selva. El sistema educativo se fue constituyendo por impulsos, en diversas etapas de nuestra historia y muchas veces de manera desarticulada y no como un gran proyecto fundacional que ayudara a pensara al Perú como una nación. Por lo tanto ese cuerpo docente realmente constituido en nuestra patria no lo encontramos sino hasta la segunda mitad del siglo pasado, de manera bastante tardía respecto de algunos países de América Latina (en Argentina p.e. se constituyó hacia fines del siglo diecinueve) y, tengo la impresión, sin una claridad meridiana de su función.

Algunas comparaciones para tener una idea de la falta de planificación del Estado. Según datos de Chiroque (2003)  en el año 1901 el número de alumnos que concurrían a  la escuela era aproximadamente 138 324. El número de preceptores de educación en el mismo año ascendían a 2 185. Si comparamos estas cifras con la estadística que presenta el MINEDU al 2014 (docentes de EBR de gestión pública), vamos a darnos cuenta que el número de alumnos se multiplicó 54 veces, mientras que el número de docentes por 145. Hemos pasado de la escasez alarmante de docentes de las primeras décadas del siglo XX a una sobre oferta en el presente.

Este año, en el reciente CADE Educativo el Ministro Saavedra ha mencionado que el sistema educativo ya no crecerá mucho más porque actualmente cobertura casi el 100% de los niveles de inicial y primaria, por lo tanto la demanda de docentes decrecerá  bruscamente. Sin embargo, no menciona nada del ejército de más de 200 mil docentes desempleados y contratados, que en el mejor de los casos pasaran a condición de nombrados sólo el 10%.

La docencia una profesión en la encrucijada

A diferencia de las profesiones llamadas liberales, las cuales de manera autónoma regulan el acceso  a sus respectivas órdenes profesionales, en el caso de la docencia es el Estado quien dicta los parámetros de dicha regulación y la convierte en una profesión con escaso límite para su autonomía y auto regulación. A este deterioro de la profesión docente también ha contribuido la multiplicación de centro de  formación de pésima calidad durante el fujimorismo, sobre lo cual hicimos referencia. Esta situación reafirma una cultura de dependencia en el magisterio y restringe la visión que tienen de sí mismos: se perciben más como empleados que como profesionales, con restringidos niveles de autonomía y sin sentir la urgencia de construir un saber especializado. A la par de esta situación el estatus social y salarial del docente peruano se ha deteriorado de manera drástica en las últimas décadas, no sólo en relación con otros grupos profesionales, sino también con sus pares latinoamericanos. Incluso haciendo efectivo el ofrecimiento de duplicar los salarios hasta el 2021, todavía estaríamos en desventaja.

Por la dimensión y complejidad de la crisis del magisterio pensamos que no se resuelve sólo con una nueva normatividad, ni tampoco desde el plano estrictamente educativo y pedagógico. Requiere construir un nuevo horizonte, un nuevo discurso, un nuevo sentido  a su función social, ya no sólo teniendo en cuenta el marco de lo nacional sino las demandas de una creciente globalización. Esta reinvención se logrará fortaleciendo la dimensión de lo político y de lo ético, que permita pensar un nuevo país y una nueva educación. Por lo tanto, el profesionalismo no se resuelve solamente frente a los alumnos y la Institución Educativa, sino frente a las demandas de toda una nación dentro de un mundo cada vez más globalizado.

Este 6 de julio los maestros y maestras del Perú vamos a celebrar nuestro día, como todos los años. Creo que la mejor expresión de esta actitud celebratoria es también pensar en las grandísimas dificultades y retos que significa ser maestro en el Perú actual (además nunca fue fácil). Es primordial pensar una nueva docencia, para lo cual es necesario conocer no sólo la dramática realidad del cuerpo docente actual, sus debilidades y posibilidades, sino también su transcurrir histórico. Nos sumamos a lo dicho por Emilo Tenti: “Necesitamos saber acerca del maestro y necesitamos que el maestro sepa acerca de sí mismo y acerca de las condiciones presentes y pasadas de su acción. Sólo así podrá librarse de las determinaciones que precisamente son eficaces porque le son desconocidas”.

Bibliografía

  • Andrea Alliaud. Los maestros y su historia. Los orígenes del magisterio argentino. Ediciones Granica. Buenos Aires, 2007.
  • Chiroque Chunga, Sigfredo.  Magisterio peruano: problema y posibilidad. Instituto de Pedagogía popular. Lima, 2003.
  • Saavedra Chanduví, Jaime. La situación laboral de los maestros respecto de otros profesionales. Implicancias para el diseño de políticas salariales e incentivos. GRADE, Lima, 2004.
  • Tenti Fanfani, Emilio. “La interacción maestro-alumno: discusión teórica. En: Revista mexicana de Sociología. Año XLVI. No 1.