Por: Rolando Breña
La victoria de Gregorio Santos en Cajamarca tiene aún para hacer correr ríos de papel y tinta. Desde todos los rincones y extremos, con todas las pasiones.
1. Muy simplista y obtuso es pensar que es el extremismo antiminero el que ganó.
Lo que se ha manifestado, principalmente, es el repudio a una forma de entender la inversión y la explotación mineras, al que sólo importan el lucro; por otro lado, el cuestionamiento a una política económica que privilegia exclusivamente el crecimiento en base a recursos extractivos, obviando el desarrollo integral, equitativo y sustentable. Este es el mensaje que el gobierno debe entender y resolver, en lugar de condenar los resultados como un aviso de guerra. Lo que dijo Cajamarca, es que quiere ser escuchado, que tiene derechos, que exige desarrollo regional concertado, que sus recursos sirvan para progresar y vivir mejor.
2. Es una muestra del desarrollo de una conciencia nacional y constructiva de la defensa y función de los recursos naturales y del medio ambiente en beneficio de la comunidad que lucha contra la depredación y el deterioro del eco-sistema. Esta es una conciencia nacional que avanza y es parte del avance incontenible mundial. Este es un elemento extraordinariamente positivo que tienen que ser tomado en cuenta, como factor en las políticas económicas y sociales, que hace tiempo dejaron de ser asuntos puramente gubernamentales o de las esferas del poder económico, para ser parte indispensable de la participación popular. En Cajamarca el ejemplo emblemático son las Rondas Campesinas.
3. Es una llamada de atención a la forma de como el gobierno enfoca sus relaciones con las regiones como si fueran enemigos a los cuales hay que declarar la guerra y acosarlas hasta someterlas. Lo hecho por Humala, en ese aspecto, ha ido de fracaso en fracaso. Tendrá que reflexionar y actuar en consecuencia.