Por: Rolando Breña
El Gabinete Jara no logró en primera votación, pasar la valla para la llamada “confianza” en el Congreso Nacional. Pero ¿a qué se debe?. A la existencia de una oposición política realmente cuestionadora del programa gubernamental? ¿A una discusión sobre los principales problemas del país y sus soluciones? ¿A la confrontación ideológica o programática? NO. Es una finta política, una compulsa de fuerzas políticas opositoras para mejor presionar al oficialismo y sus aliados y avanzar más aceleradamente en la toma de decisiones para profundizar y consolidar el modelo económico neoliberal y defender intereses particulares o grupales. Mañana (hoy) viernes, el voto de confianza le será concedido. Y la oposición estará regocijada por atreverse a poner temporalmente una piedra que ellos mismos ayudaran a levantarla también entusiastamente.
¿Qué intervención o qué intervenciones pusieron el dedo en las llagas económico sociales, políticas o éticas del país y sus problemas? Ninguna. Hubo claro, algunas valiosas pero puntuales, limitadas, desarticuladas o accesorias.
Muchos parlamentarios o grupos políticos saben que de todas maneras votarán a favor de la confianza el viernes, aunque el voto fuera negativo el martes. Y, claro, se habrán dado el gusto político de haber sacado la lengua al oficialismo y al gobierno, de haberse retratado en los medios de expresión e ir asfaltando algunas vías, no importa si secundarias, hacia el 2016.
Esta afirmación se corrobora con las opiniones de miembros importantes de algunas bancadas parlamentarias. De lo que se trata, afirmó uno, “es sacarle luz de peligro, luz ámbar al gobierno” para advertirle que su comportamiento mejore; quizá alguna luz roja en caso extremo pero siempre intercambiarle en luz verde de inmediato, o en cualquier momento previa negociación.
Otro distinguido parlamentario puso las cosas en su sitio al declarar tajantemente que el gobierno “necesita de un refresco, no en las orientaciones económicas”, sino en sus mecanismos y acciones ministeriales. En buen cristiano, el modelo está bien, pero se necesitan mejores operadores. Es decir, las peleas políticas parlamentarias son finta y presión; aunque haya mayoría de abstenciones.
Si fuera cierto que existiera oposición y qué está mantuviera diferencias esenciales en las políticas económicas o financieras, en la conducta antidemocrática y autoritaria del gobierno, en la falta de liderazgo y autoridad, etc; el comportamiento de la oposición debiera ser más coherente, enérgica y de principios. Si tanto critican, aparentemente, al gobierno la negación de confianza al gabinete es absolutamente normal. Y es constitucional. Y es derecho de los parlamentarios. Y es democrático. La no obtención del voto aprobatorio no tiene porque entenderse como sinónimo de desgobierno o catástrofe, de anarquía. No debería desatar tanto pánico. Si no hay voto favorable, entonces, simplemente renuncia el gabinete y se nombrará otro y asunto arreglado. Reiteramos, la negación de la confianza es una institución constitucional, atributo democrático del congreso y su ejercicio no es el fin del mundo. Al contrario, servirá para obligarnos a reflexionar en lo que en el Perú sucede, para que gobierno y oposición asuman sus responsabilidades con realismo y tomando en cuenta las preocupaciones de la población.
Si de veras luchamos, exigimos democracia, respeto a los ciudadanos, a la vigencia del equilibrio de poderes, a la moral y la ética, si somos sinceros en la búsqueda de salidas a nuestra crisis. Si los parlamentarios son consecuentes con sus palabras ¿Por qué no actuamos en la democracia y en la propia Constitución del Estado?. Si en el congreso se respiran aires patrióticos, de democracia y desarrollo y los gabinetes ministeriales no los garantizan; entonces la audacia política democrática es el camino. Señores parlamentarios, de una vez censuren dos gabinetes y que se convoquen a elecciones. Agarren el toro, o la vaca, por las astas. Si confían en su trayectoria y su actuación políticas, confíen en el pueblo, y él los ratificara con sus votos.
¿Pero lo harán?. Porque los devaneos congresales de voto o no voto, no damos confianza o la damos, son fintas, maniobras, gritos y pataletas para ubicarse mejor. Porque tiemblan del escrutinio popular que puede decidir que nadie o casi nadie de los actuales padres de la patria vuelva a sentarse en una curul.
Estamos a la expectativa caros congresistas.
Mañana (hoy) los colores rojos, ámbar o verdes estarán en vuestras cabezas como la aureola sobre la cabeza de los santos. ¿Será el rojo democrático? ¿Será el ámbar de la indefinición o la blandura? ¿Será el verde de la conveniencia?