MIRADA ZURDA
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A escasos ocho meses de las elecciones presidenciales del 2016, el panorama político se presenta desolador para la gran mayoría de peruanos. La derecha neoliberal se apresta a consolidar y profundizar el modelo, colocando en Palacio a nuevos inquilinos afines a sus intereses, manteniendo relegados a los sectores que apuestan por el cambio.
Ollanta Humala inicia el último tramo de su mandato sin pena ni gloria. La derecha cavernaria lo capturó, lo despojó de sus arrebatos progresistas, lo usó como marioneta y lo desecha como despojo inservible; en tanto las masas que lo respaldaron electoralmente, cautivadas por su discurso de la Gran Transformación, lo repudian encarándole su traición. El hecho de no haber podido mantener la presidencia del Congreso, revela su actual fragilidad. El mensaje presidencial del 28 de Julio no propone nada nuevo. No e es más que el intento de encubrir el fracaso del gobierno apelando a supuestos logros que no se condicen con la realidad.
La cuestión de fondo, que la derecha pretende invisibilizar, es el agotamiento del modelo neoliberal, cuya aplicación y continuidad representa una verdadera catástrofe para el país y las grandes mayorías. Situación que se agrava con el actual descenso económico que no tiene visos de recuperación, con la crisis del Estado neoliberal, la descomposición moral que afecta a las instituciones y al conjunto de la sociedad, la presencia cada vez más gravitante del narcotráfico y el crimen organizado, el incremento de la violencia e inseguridad que agobia al conjunto de la población. Más allá de sus matices, los representantes de la derecha neoliberal que compiten por el sillón presidencial, no harán sino validar esta situación, profundizando el entreguismo, las privatizaciones, el recorte de los derechos ciudadanos, con mayores dosis de autoritarismo.
La soberbia de la derecha cavernaria tiene como contraparte las debilidades de los sectores que representan el cambio democrático y patriótico. La fragmentación política no ha sido superada, y el movimiento popular aún no supera sus debilidades, no obstante algunos logros y victorias parciales. Sin embargo el creciente descontento de la población que aspira a cambios de verdad y que no confía en las cartas electorales de la derecha, representa una enorme oportunidad para la izquierda y el progresismo, a condición que sean capaces de construir una alternativa unitaria, con solidez programática y demuestren voluntad para disputar un espacio de cara a las masas.
Se pone a la orden del día organizar la resistencia activa para enfrentar al modelo neoliberal y abrir un nuevo rumbo a nuestra patria. Resistencia que tiene en la lucha de ideas su aspecto más importante, y que no se reduce a la acción electoral, sino que debe comprometer al movimiento popular, a las expresiones culturales, intelectuales, académicas, a la acción de los diversos colectivos sociales, a los movimientos descentralistas, los pueblos originarios; a todos los sectores democráticos y patrióticos dispuestos a luchar por:
- Nueva Constitución para reformar el Estado, reorientar la economía, garantizar la democracia, los derechos ciudadanos y laborales.
- Diversificación productiva con atención a la innovación, ciencia y tecnología, aprovechando el potencial nacional para superar el extractivismo que saquea los recursos en beneficio de las transnacionales. Organización territorial y zonificación económica y ecológica.
- Salud y educación de calidad y gratuita para todos.
- Combate frontal a la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado y la violencia, mediante el saneamiento institucional y la participación organizada de la población.
- Detener y revertir la privatización de las empresas estratégicas, de la salud y educación.
- Descentralización efectiva en los ámbitos económicos, tributarios e institucionales.
- Política exterior independiente y comprometida con la integración latinoamericana y caribeña.
- Gobierno democrático, patriótico, descentralista, de ancha base social.
La forja de la más amplia unidad es una condición indispensable para enfrentar y derrotar al neoliberalismo, lo que no puede lograrse sin el protagonismo de las masas, sin encarnar una nueva cultura política que supere la estrechez de miras, y sin la férrea voluntad para asumir los retos históricos. El Perú vive hoy una encrucijada que es posible remontar si sabemos ponernos a tono con las actuales exigencias. Estamos aún a tiempo de construir un referente unitario para enfrentar en las mejores condiciones el proceso electoral que se avecina. Actuemos sin demora, poniendo por delante los intereses del país y de las grandes mayorías.
Lima, Agosto de 2015
Buró Político del Comité Central