Por: Rolando Breña
Efectivamente, el Gabinete Ministerial tiene que hacer sus maletas y emprender la retirada. Algunos ministros debieron haberse adelantado, motivos suficientes los hubo y los hay. No nos remontemos muy atrás con los ministros de energía y minas o defensa, por ejemplo. En estas semanas han escrito páginas memorablemente negativas el Ministro de Justicia con sus presiones y presencias sospechosas ante funcionarios y organismos públicos; el Ministro del Interior con su permanente e inaguantable capacidad grosera y ofensiva a diestra y siniestra; el Ministro de Economía, que por encima de todo y de todos impone un régimen laboral que repudian jóvenes y el país entero; el Ministro de Trabajo que capitula vergonzosamente de sus atribuciones, es apabullado y “ninguneado” voluntariamente con la llamada Ley “Pulpín” por su colega Segura. Estas horas, el maltrato y el desconocimiento de derechos laborales y de seguridad social por la Ministra de la Mujer contra una trabajadora del hogar. Ahora, lo grave, autoritario, escandaloso y atemorizante reglaje y espionaje a gentes de la oposición o críticos del gobierno, incluidos miembros de las propias filas gobiernistas.
Es innegable que el gobierno ha sido pillado in fraganti y sus ensayos de rechazo y negación no convencen. Es innegable que los servicios de inteligencia que responden directamente a la Presidencia del Consejo de Ministros, a la Presidencia de la República y que tienen también como protagonistas a los Ministros del Interior y Defensa, están siendo desviados en sus funciones y sus baterías enfiladas para espiar a quienes resulten incómodos al régimen, con más fuerza a medida que se aproximan las elecciones del 2016.
Lo más lamentable es que se reviven o continúan los métodos de la dictadura de Fujimori y Montesinos y que constituyeron uno de los momentos más vergonzosos de la vida nacional.
El gobierno no puede alegar inocencia o desconocimiento. El responsable directo es el Ministro del Interior a menos que inteligencia actúe de manera autónoma o tenga sus propios negocios. También debe conocerlo la Presidenta del Gabinete a no ser que Interior tenga políticas propias. Y si Ana Jara lo sabe, obviamente el Presidente de la República tiene que saberlo, nada puede escapar a su conocimiento ni control. No hay escapatoria posible. Si por azar nadie sabe nada también son responsables por no saber.