El día 17 de noviembre, en sendas declaraciones los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron los resultados de negociaciones mantenidas durante varios meses y que marcan el fin de una etapa de más de medio siglo en la que el imperialismo norteamericano intentó derrotar a la revolución cubana a través del bloqueo, el embargo, las acciones terroristas y otras formas de agresión, que hoy admite no han tenido los resultados esperados.
Este hecho es, a todas luces, un triunfo histórico de la revolución cubana, que saludamos y celebramos como nuestro; expresamos a la vez nuestro júbilo por que los tres héroes cubanos que aún permanecían prisioneros en Estados Unidos hayan sido finalmente repatriados. Es ejemplar la resistencia del gobierno y pueblo cubanos al bloqueo inhumano por parte del imperialismo norteamericano –hecho que se agravó con el colapso de la ex Unión Soviética–, que soportaron con dignidad y coraje todo tipo de privaciones, defendiendo tesoneramente su revolución y persistiendo en el camino socialista. A pesar de las dificultades y carencias, Cuba hizo de la generosidad y solidaridad con los pueblos necesitados del mundo uno de sus principios rectores, poniendo en evidencia la superioridad de los ideales socialistas sobre el egoísmo propio del capitalismo.
El bloqueo sobre Cuba a la postre resultó oneroso para el imperio del Norte. El repudio mundial y el aislamiento diplomático se hicieron cada vez mayores, a la vez que empresarios estadounidenses mostraban su descontento al no poder realizar negocios en la Isla, conforme vienen haciéndolo sus pares asiáticos y europeos.
Existe, asimismo, una razón de fondo para la variación de la política norteamericana respecto a Cuba. En el contexto global marcado por la crisis del capitalismo, el cambio climático y la crisis medioambiental, el declive norteamericano, el ascenso de China, el tránsito a una situación de multilateralidad, y los cambios operados en América Latina con la presencia de gobiernos de izquierda y progresistas que rechazan el tutelaje norteamericano y construyen nuevos espacios de integración independiente, Estados Unidos está asumiendo una nueva estrategia para recuperar terreno y mantenerse como potencia hegemónica en la región. En palabras de Obama: “…comenzar un nuevo capítulo entre las naciones del continente americano”.
No quiere decir que el imperialismo renuncie al intervencionismo ni al uso de la fuerza para tratar de someter a América Latina. Sus objetivos de dominación permanecen invariables y no cejará en su intento de derrotar al socialismo, la izquierda y el progresismo ya sea en Cuba o en cualquier otro país que asuma una postura contraria a sus intereses hegemónicos. Las condiciones actuales lo obligan a enfatizar la ofensiva diplomática, reforzando la Alianza del Pacífico, tratando de reflotar la OEA, en desmedro de Unasur y otros espacios de integración independiente.
Como bien ha señalado el Presidente Raúl Castro, está aún pendiente el levantamiento del embargo norteamericano sobre Cuba, lo cual debe darse en el corto plazo y de manera irrestricta. Los acuerdos arribados por los dos países son signos alentadores que las relaciones llegarán a un nivel de normalidad una vez resueltos los temas pendientes, con lo Cual Cuba estará en mejores condiciones de avanzar por el camino de la construcción del socialismo en las condiciones concretas que le corresponde hacerlo.
¡VIVA CUBA SOCIALISTA!
¡VIVA LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA SIN EL TUTELAJE NORTEAMERICANO!
Lima, 19 de diciembre de 2014
Buró Político del Comité Central