Por: Luis Gárate
El debate sobre la tan anhelada unidad de la izquierda parece un tema recurrente y por lo que hemos visto en los últimos años los esfuerzos que se han planteado no han tenido las condiciones suficientes para madurar.
Tras la implosión de la experiencia de Izquierda Unida en los 9 sobrevino la ofensiva neoliberal, el debilitamiento y dispersión de los partidos políticos de izquierda y sus bases sociales, esencialmente compuesta por los sectores obreros organizados, los campesinos, organizaciones de los barrios, mujeres, estudiantes entre otros sectores.
El lento proceso de reconstrucción de la izquierda ha tenido varios episodios desde el año 2000, con diferentes nombres y logos e intentos de unificar una propuesta electoral. El más reciente de ellos ha sido el esfuerzo por conformar al Frente Amplio, desde la inscripción legal que ha brindado el partido Tierra y Libertad.
Sin embargo desde el evento de lanzamiento del FA en el local de la Federación de Construcción Civil se abrió un amplio debate, en el que planteaba que debían formarse los comités del FA a nivel nacional, mientras desde el MAS planteamos que la formación del frente era un proceso y había que respetar el nivel de avance y maduración de los frentes regionales y locales que venían trabajando con cierto nivel de posicionamiento.
Los resultados electorales del 5 de octubre a nivel nacional han demostrado que había que respetar esos procesos. Si bien es cierto han habido importantes avances con candidaturas unitarias del FA en regiones como Ica, Lima provincias, La Libertad entre otros, en otros casos las candidaturas del FA han sido más bien propias del partido TYL y no del frente.
El caso de Lima es una muestra clara de este tema. Se dio el debate en la izquierda entre si hacer alianza o acuerdo político con Perú Posible. Fuerza Social optó por su propio esquema priorizando el acuerdo político con PP. Al final 5 (MAS, PCP, CXC, PS, FS) de los 6 partidos que conformaban el FA se retiraron de la negociaciones pues TYL señaló que su comisión política debía ratificar cualquier acuerdo. En Lima no prosperó el esquema del FA así planteado.
Perspectivas más allá de lo electoral
Así planteadas las cosas no parece muy viable retomar el esquema del FA con una sola inscripción. Pero eso no invalida todo el proceso y la necesidad de retomar la construcción del referente unitario.
Estamos de acuerdo con otras fuerzas políticas en la necesidad de incorporar a los movimientos sociales al esfuerzo de construcción del frente, el tema que debemos aterrizar es cuales son esos movimientos, cuál es su forma de organización y de qué manera se integraran al frente. Algunos de los movimientos sociales son frentes únicos, por lo tanto no se identifican con tal o cual partido, sino que se fundan en la lucha por una reivindicación concreta y agrupan a varias tendencias políticas.
En cuanto a los procedimientos de elección interna y de candidatos, es muy importante que podamos asegurar los mayores niveles de participación y democracia interna posible. Para ello se debe avanzar en un esfuerzo serio e institucionalizado de empadronamiento de militantes del frente, para aseguremos que sea efectivo el ejercicio de “un militante, un voto”, y que el proceso cuente con la transparencia del caso.
El programa es una herramienta vital. Nos debemos poner de acuerdo en los asuntos principales que nos unen como fuerzas del cambio, alternativas al neoliberalismo y las posiciones más conservadoras de la sociedad. Este debe estar muy vinculado a temas y campañas concretas, pera que sea un programa con políticas concretas y actores sociales que se muevan en torno a este.
La unidad no es un camino fácil. Si solo se plantea en las cercanías de los procesos electorales siempre corre el riesgo de ser muy volátil. La unidad por lo tanto no se da por decreto, es un proceso que debe madurar primordialmente en las luchas y la acción concreta, ante la ofensiva del continuismo neoliberal. Las fuerzas de izquierda, progresistas y democráticas deberíamos salir en conjunto por la defensa de las empresas públicas, los recursos naturales, contra la corrupción y la inseguridad ciudadana, por la libertad de los dirigentes políticos y sociales como Gregorio Santos, entre otros temas. Si no nos ponemos de acuerdo en una defensa de estos temas centrales en conjunto, no tenemos unidad de acción en la defensa de nuestros líderes políticos y sociales, entonces la unidad quedará solo como un eslogan más, exitoso para las galerías pero sin contenido real y concreto.