Una larguísima cola

Por: Rolando Breña

El “Asunto Martín Belaunde Lossio” amenaza convertirse en un elemento estelar del firmamento político-judicial-policial-mediático del país. La cola que empieza a mostrar alucina ser más larga que la del cometa Halley. Desde su inicial periplo ha tenido  la “virtud” producir sismos con perspectivas de terremoto, sustos con augurio de pánico, apresurado control de daños quién sabe si con el final de “sálvese quien pueda”. En su ara de sacrificios ya fueron inmolados las primeras tres víctimas propiciatorias con culpa o sin ella, por ser los eslabones más débiles de la cadena o los más políticamente fusibles o los más expuestos. Vienen más, según entendidos.

Sus coletazos han arribado a todas las puertas, ventanas, sótanos, salas, y hasta las cocinas de todo el armazón institucional público. No es nuestro propósito especular sobre el carácter de la influencia o la conducta de Martín Belaunde, de eso se ocuparan quienes deban ocuparse. Pero no podemos dejar de señalar lo obvio, lo que todo el mundo constata: que casi no hay espacio público que no tenga que ver con este asunto y que no haya sido golpeado.  Palacio de Gobierno, el Partido Nacionalista, El Consejo de Ministros, El Congreso, Gobiernos Regionales, El Ministerio Público, Poder Judicial, el Ministerio del Interior, el deporte, los medios de prensa…

Tampoco puede esconderse que Martin Belaunde fue un hombre sumamente importante en el aparato político del Partido gobernante, clave en los procesos electorales, en las coordinaciones con otras agrupaciones políticas, en la confianza del Presidente de la República y de Nadine Heredia. Nada de ello es, a priori, condenable o criticable, el problema será lo que arrojen más tarde las investigaciones. Una cosa clara de toda claridad, es que ahora nadie dice conocerlo. Lo que es realmente ridículo. Su sola amistad o trabajo partidario conjunto no es malo ni bueno en principio, salvo el temor de ocultar algo o terminarlo como “chivo expiatorio” .