Por: Rolando Breña Pantoja
Lo dicho. El “despelote” a que nos referíamos en nuestra columna anterior, como secuela de las declaraciones de López Meneses, amenaza arrastrar (¿y arrasar?) a toda, o casi toda la dinastía gobernante y sus principales favoritos. Sin embargo, a la larga las consecuencias serían más demoledoras, pues significaría la defunción política del nacionalismo o por lo menos un largo, larguísimo, periodo de hibernación.
Claro, el que estas consecuencias se puedan concretar algún día, tiene una premisa insustituible y que no genere duda alguna: que los dichos de López Meneses sean verdaderas y cuenten con pruebas tangibles. En caso contrario quedarán solamente en fanfarronadas lanzadas para empantanar la investigación y desvirtuar sus probables responsabilidades.
Por lo pronto, el potente ventilador manejado por López Meneses ha lanzado una seguidilla de ráfagas de aire envenenado, que toca lo más encumbrado de la cúpula gubernamental y nacionalista. Ha concretado su amenaza de revelar el motivo de la visita que le hiciera el Ministro del Interior: le habría solicitado el favor de interceder ante las jerarquías militares para obtener su ascenso al grado de General. Lo que hace que esta aseveración tenga ciertos visos de verosimilitud, es el señalamiento de otro militar que habría sido el intermediario de quien también consigna el nombre: el Coronel Fernando Guerrero. Es decir que, aparentemente, habría un testigo que podría ratificar el hecho y la conversación. Si esto es verdad, el Ministro no tendría escapatoria y sus negativas de conocer a López Meneses sufrirían una estrepitosa caída.
Reiteró asimismo que conoce tanto a Ollanta Humala como a Nadine Heredia y, eventualmente, señala la existencia de alguna reunión con la pareja presidencial, lo cual ha sido negado tajantemente, como era de esperarse.
Cabe preguntarse ¿a qué se debe tanta audacia para afirmar públicamente y con tanta seguridad su conocimiento, incluso amistad con Humala y su esposa, si ello no fuera verdad? ¿ La seguridad de sus palabras obedece a que dispone de medios probatorios o es muestra desafiante de poder y de impunidad para decir lo que le venga en gana, contra quien quiera, llegando hasta las más altas autoridades, porque cuenta con la fuerza suficiente por sí mismo o por sus vinculaciones o por la corrupción?.
No es pues, este entuerto un asunto de poca monta. Involucra sectores públicos de primera magnitud, tanto en la escena oficial pública y de aquélla que se mantiene en la penumbra o en la oscuridad y, aparentemente tiene poder suficiente y sobreviviente en las distintas administraciones gubernamentales. Precisamente, este es el aspecto más preocupante de este asunto. No tanto si López Meneses, Ollanta Humala y Nadine Heredia eran simples conocidos o amigos, si coincidieron o se concertaron para una reunión, si ambos ex militares se tratan desde los tiempos de la Escuela cuando eran cadetes; todo eso, a la postre , puede llegar a ser meramente anecdótico e intrascendente, Lo sugerente, por decirlo de alguna manera, es el tono de convicción absoluta y de actitud retadora de López Meneses sobre el presidente de la Republica y su esposa, así como la drasticidad de ambos para negarlo. ¿Tanta beligerancia y tanto “arañarse “por la simple razón de si se conocen o no, es explicable? ¿ O es que , tanta telaraña, tanto trasiego de afirmaciones y negaciones, tantos trascendidos y sospechas, tanto posible involucrado de primer nivel, tantas secretas circunstancias que pueden ver la luz, buscan esconder hechos, personajes, actitudes que pondrían en la coyuntura política graves turbulencias y en la vida de ciertos personajes colectivos consecuencias nefastas?. Todo es posible en la dimensión desconocida que todavía es todo este asunto. ¿Algún día la madeja mostrara todos sus hilos?.
Parece que algún contendiente en este combate empieza a recoger sus velas, con el claro propósito de no mostrar más flancos, de recomponer sus filas y perfilar mejor sus ángulos de defensa y ataque, hasta hoy erráticos y de magros resultados. La primera Ministra Ana Jara declara que ha “instruido” a sus Ministros para que no digan una palabra más sobre el tema, porque su trabajo “es gobernar” y no “distraerse” con estos asuntos. Parece que la Premier ha sentido el golpe de su poco atinada y belicosa conferencia de prensa para responder sobre López Meneses, que más que convencer generó más dudas y opta por una estrategia menos expuesta a la confrontación, a las respuestas de los oponentes; también, porsupuesto, a que a menos palabras, menos metidas de pata y menos explicaciones espinosas. Probablemente deja en manos de sus parlamentarios, como ya sucede, la tarea de llevar a cabo la diaria guerra de guerrillas; total, ellos están acostumbrados, les gusta, son numerosos, dicen lo que quieren o lo que pueden, a nadie dan explicaciones y su “prestigio” no sufrirá más de lo mellado que se encuentra.
A estas alturas, es dudoso realmente, que la Comisión Parlamentaria pueda concretar sus investigaciones y llegar a dilucidar todas las dudas e interrogantes. no es solo el problema de si tiene voluntad, capacidad o medios, sino que los protagonistas principales no quieren actuar de acuerdo a su guion y dirección. Cada cual tiene su propio guion y su propia dirección. Es decir, que cada uno tiene sus propios intereses que cuidar.
Si el Gobierno, en este caso, Ollanta Humala tiene razón en sus posiciones, no existe ocasión más oportuna para demostrarlo que acudiendo ante la Comisión Parlamentaria. Allí podrá esclarecer debidamente los cuestionamientos y ponerles fin inmediato. Justamente su negativa, injustificada constitucional y legalmente, da rienda suelta a todas las especulaciones, a todas las dudas que jaquean hoy a su gobierno y su propia conducta personal y partidaria. Incluso en el caso que Nadine Heredia hiciera presencia, no significará ninguna solución. Al contrario, quedaran al final más preguntas que respuestas y más debilitadas las posiciones de palacio, de sus Gabinete Ministerial, de su bancada parlamentaria, es decir de todo su gobierno.