Los antimineros ganan

Por: Rolando Breña

La victoria del MAS (Movimiento de Afirmación Social) en Cajamarca con su candidato recluido en el Penal de “Piedras Gordas”, Gregorio Santos, ha concitado las iras  y las alarmas del gobierno y el sector empresarial. Las preocupaciones previas al Proceso Electoral, se patentizan ahora pronosticando una catástrofe para Cajamarca y un daño irreparable a la economía nacional, pues significaría la paralización de un conjunto de inversiones mineras tan necesarias para retomar la senda del crecimiento económico, y remontar la desaceleración económica de estos meses.

Para el gobierno y los neoliberales, se trata del triunfo del extremismo, de los antimineros, enemigos de la inversión privada, del crecimiento y la prosperidad regional y nacional.

Pero estas visiones apocalípticas no corresponden necesariamente a la realidad.

En primer lugar, la victoria del MAS es aplastante, prácticamente del 50% de la población electoral ha optado por Santos. No es la victoria del extremismo o la antiinversión. Es la victoria de la conciencia cajamarquina que expresa su disconformidad y rechazo a una forma de entender los problemas del crecimiento y del desarrollo regional.

A nivel nacional hay un avance importante sobre los límites, limitaciones, distorsiones y perversiones del modelo económico primario exportador, que incluso han sido puestos en tela de juicio por cada vez más numerosos empresarios y hacedores de políticas económicas nacionales e internacionales. La votación nacional, principalmente en zonas con mayor inversión o proyectos mineros, así lo demuestra. No es, en principio, simplemente una negación radical y extremista a la inversión; es, más bien, la búsqueda de otras formas de crecimiento y desarrollo regional que den término a lo que ha existido hasta hoy. De cómo la gran riqueza minera deje de ser una especie de maldición y sea visto como parte de un proyecto de desarrollo compatible con los otros sectores; cómo se convierte en un instrumento de desarrollo integral, no sólo, como hasta hoy, sólo de crecimiento de producción y de exportación, ajeno y hostil con la comunidad humana y su entorno, destructora de relaciones sociales de solidaridad y colaboración, despreocupada y agresiva contra otras formas de actividad productiva, principalmente la agricultura y la ganadería, de contaminación ambiental y la irresponsable actitud contra las fuentes de agua.

En suma, puede decirse que la votación cajamarquina es al mismo tiempo de protesta y de reivindicación. De protesta frente a lo que ha sido la minería irresponsable y depredadora. De reivindicación a su propia resistencia y lucha así como encontrar caminos que, con su propio protagonismo, lo lleven a construir mejor su futuro.

Pero también es, políticamente, un golpe al plexo gubernamental. Humala trató a los Cajamarquinos y a su gobierno regional como enemigos de la patria, su desarrollo y bienestar. No hay precedentes que nos recuerden la forma cómo el gobierno nacional confrontó con un gobierno regional, utilizando no sólo el hostigamiento y la represión, el procesamiento de sus principales autoridades, la intervención interesada y persecutora de la Contraloría Nacional, sino el bloqueo económico – financiero y el congelamiento de cuentas; ni qué decir de la inusual campaña mediática y los propios insultos por boca del Presidente de la República.

Los resultados nos dicen que nada de ello sirvió de mucho. Al contrario, consolidó la confianza en sus propias fuerzas, unió a los cajamarquinos. Se vio claro que quien había renunciado a sus promesas y concepciones era Humala, por quien habían votado masivamente para llevarlo a la victoria  por su traicionado grito de guerra “primero el agua, después el oro”.

No se puede entender la elección cajamarquina sin tomar en cuenta el baluarte extraordinario que son las Rondas Campesinas. Su participación en la resistencia y en el proceso electoral son el factor fundamental de las victorias alcanzadas. Es que comprendieron que de lo que se trataba no solamente era un sí o un nó a la explotación minera irracional, sino estaba en juego su futuro y su bienestar, así como de toda la región. Nacidas para combatir la delincuencia y la inseguridad, las Rondas dan un salto cualitativo trascendental para involucrarse en sus problemas sociales y económicos, en toda la vida de sus comunidades, para, junto con los demás sectores, participar en la construcción de una sociedad local justa y desarrollada, como parte del pueblo peruano.

Por lo menos por ahora, a pesar de su triunfo, Gregorio Santos no podrá hacerse cargo de la Presidencia del Gobierno Regional. Sería mezquino a despecho de los procesos judiciales que afronta, no reconocer su liderazgo. Esta victoria es también el reconocimiento a su conducción y responsabilidad en las batallas por la defensa del medio ambiente, que fueron los aspectos centrales de su enfrentamiento con la maquinaria del gobierno nacional, que a pesar de su gran despliegue sufrió su derrota política más importante.