MIRADA ZURDA
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Debe ser tremendamente gratificante para cualquier vecino disponer en su guardarropa (para muchos el guardarropa no es sino una caja de cartón) de 52 camisas, 13 pantalones, 7 pares de zapatos hechos a mano, 5 correas con hebillas enchapadas en oro, 7 corbatas de seda, 3 casacas McGregor, etc., todo de estreno; además de otros artículos propios de la profesión con “accesorios importados de primera calidad”; y será más gratificante si todo eso no le cuesta –como decían en mi tierra– ni un centavo partido por la mitad, y es a costa del sufrido erario nacional o caja nacional o presupuesto público.
Pues bien, esta felicidad, ojalá ya naufragada, le correspondía, por disposición de la Dirección de Economía de la Policía Nacional, justamente a su Director General, de “cuyo nombre no quiero acordarme”, robando la expresión cervantina.
Como los lectores saben, no es ninguna invención, es la pura realidad. Esas cosas pasan entre nosotros.
¿Cómo se sentirán los sufridos policías de calles y comisarías?
Para peor. El Director General aduce no saber nada y añade: “He dispuesto una investigación”. ¿Puede el director ignorar las licitaciones de su institución, que se supone altamente jerarquizada y disciplinada, con absoluta transparencia y legalidad?
Todavía más. Un exministro del sector, cuyo nombre tampoco queremos recordar, añade: “Se tiene que hacer todo un proceso para dotar al director de las prendas que le corresponden”. Vaya. ¿Y cuándo se ocuparán y nos ocuparemos todos de lo que corresponde a los policías de a pie?